La revolución cubana fue recibida con preocupación por Estados Unidos que comenzó a pensar en medidas para evitar el contagio revolucionario.
El diagnóstico de la administración Kennedy sobre los riesgos revolucionarios fue similar al de los estructuralistas, que veían en el atraso económico y el subdesarrollo la principal causa del descontento político y se pensó que con un rápido crecimiento se podían desalentar nuevos brotes de violencia. Para permitir un crecimiento hemisférico armónico nació la alianza para el Progreso.
El funcionamiento de tribunales de excepción para juzgar los crímenes de guerra y el pedido de Castro para cambiar el sistema panamericano de la relaciones económicas entre América latina y Estados Unidos terminaron de distancia a Cuba de Washington. Cuando Estados Unidos quiso presionar a Cuba con la amenaza de suprimir la cuota azucarera, se acentuó el conflicto.
Fue entonces cuando el delegado soviético en la Habana se ofreció a adquirir todo el azúcar necesario para sostener al régimen y desde entonces los lazos entre Cuba y la Unión Soviética se estrecharon. Una parte del exilio cubano en Miami comenzó a conspirar contra Castro y en el 61 invadieron la isla. El .desembarco en Playa Girón fue un desastre y un golpe para el anticastrismo.
Después de la revolución cubana el gobierno de Washington asignó a los ejércitos de la región un papel estabilizador. Las nuevas tareas se vincularon a la alianza para el Progreso. A fin de consolidar el papel de las fuerzas armadas se destinaron millones de dólares para renovar el armamento.
La doctrina surgida de la Guerra Fría y de la revolución cubana y partía de la premisa del enfrentamiento total entre Oriente y occidente. La primera intervención de Estados Unidos posterior a la revolución cubana estuvo ligada a la isla. La segunda fase en la República Dominicana.
Estados Unidos desempeñó un papel decisivo en ello. La Guerra Fría fue aprovechada por los norteamericanos para extender el conflicto ideológico y propagandístico a esta región, forzando la identificación del potencial peligro soviético con la amenaza interna de la izquierda política. El triunfo de la Revolución Cubana justificaba, o así lo parecía, los temores
Kennedy puso en marcha el programa de la “Alianza para el progreso” tras la victoria castrista, que preveía ayudas norteamericanas al fomento del desarrollo económico en la zona, para prevenir estallidos similares al cubano. Pero en 1963, tras su muerte, las administraciones Jonson y Nixon-Ford prefirieron la instauración de regímenes autoritarios como aval de la seguridad y la estabilidad y que facilitasen la liberalización e internacionalización de las economías, con lo que se abandonó el programa.