Este trabajo ha sido realizado en base al documento:
Luciano de Samósata, “Cómo debe escribirse la historia” (ΠΩΣ ΔΕΙ ΙΣΤΟΡΙΑΝ ΣΥΓΓΡΑΦΕΙΝ) Ediciones recomendadas: 1) Luciano, Obras, vol. III (Gredos, Madrid, 1990; Biblioteca Clásica Gredos 138), pp. 367-408; 2) Luciano, Obras, vol. IV (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 2007), pp. 203-241.
1.Introducción
1.1.Historiografía y fuente histórica.
¿En qué medida esta obra de Luciano constituye una obra historiográfica, y en qué sentido representa una fuente histórica?
En el contexto histórico de las guerras partas en Armenia, Luciano en base a la descripción de los personajes históricos y las situaciones del conflicto realiza una ácida crítica del relato que de ellos hacen los historiadores contemporáneos. Como fuente histórica es uno de los pocos materiales que han pervivido en relación a las campañas de los generales de Lucio Vero, nos aporta las visiones contrastadas de unos autores que forman parte de una historiografía orientada a deleitar a las masas o halagar a los poderosos. Luciano nos acerca a una sociedad que vive un momento de renacimiento cultural, pero mezclada en una corriente novelesca servil y aduladora.
Se considera que éste es el único tratado historiográfico que nos ha llegado, aunque debieron de escribirse otros como es el caso de una obra perdida de Plutarco. Un tratado reprobado por su falta de originalidad al estar constituido por un conjunto de tópicos historiográficos que se apoyan en las prácticas de los mejores historiadores de su tiempo entre los que sobresale Tucídides.
1.2.Datación
¿Cuáles son las posibilidades de datación de la obra, y por qué?
A diferencia del resto de obras de Luciano, en este caso ha podido establecerse con mayor precisión su datación, respecto a la fecha post quem puede fijarse a partir de la finalización de la guerra contra los partos 161-165, la propagación de la peste como colofón de la guerra y la existencia de la historiografía laudatoria de las campañas, objetivo de las críticas de Luciano, respecto de la fecha ante quem, se menciona como algo futuro un triunfo que se produjo en octubre del 166 «el triunfo que tanto hemos deseado nosotros» (§31) por lo que debió de escribirse a mediados de ese año.
1.3.Defectos de los historiadores
¿Cuáles son los defectos que Luciano señala en los historiadores de su tiempo?
Estos historiadores degradan el valor de la historia al no considerarla con la seriedad, el rigor y el honor a la verdad que merece. Consideran que cualquiera, haciendo uso del halago y el adorno, puede escribir una obra que incluso pretende compararse con los clásicos y utilizar el relato para fines personales. Haciendo uso de atajos historiográficos su mérito no pasa de complacer al público de masas y halagar a los poderosos, algo que se muestra incompatible con el relato veraz de los acontecimientos relevantes, y donde el uso del plagio y la mentira no esconde la proliferación de una pobre técnica retórica.
1.4.Discurso inesencial
¿A qué ejemplos recurre Luciano para indicar el carácter inesencial del discurso de ciertos historiadores?
Entre los capítulos §14 a §32 Luciano critica los errores de los historiadores de las Guerras Partas que agrupamos por una parte del §14 al §24 en los aspectos más narrativos y del §25 al §32 en relación a los hechos, sin olvidar la crítica al ficticio Arístobulo en el §10 que fruto de sus excesivos elogios, el propio Alejandro sentencia que merece ser echado al río con su libro. §14: Invoca a las musas al inicio y se compara con Homero, §15: Burdo imitador de Tucídides, que parchea las palabras latinas, §16: Una mera crónica con una expresión plana que utiliza un dialecto ordinario, §17: Afirma arrogante que la historia es para los filósofos, §18: Se compara a Heródoto, §19: Se hunde en descripciones extensas y tergiversa la realidad, §22: abusa de las expresiones poéticas y los modismos, §23: realiza largas y pomposas introducciones generando un texto carente de proporción, §24: comete errores de forma que empeora cuando menciona información incorrecta, §26: actúa como un poeta de tragedia, §28: Se detiene en detalles obviando lo importante, §29: el autor, desconocedor de la guerra , en realidad no salió de Corinto.
1.5.Cualidades del historiador
¿Cuáles son las cualidades que, según Luciano, debe poseer un historiador cabal?
Para Luciano la cualidad de historiador es un don innato elevado a la calidad de un arte que ha de perdurar útil para las generaciones venideras. No habrá aprendizaje efectivo si se carece de esta condición innata con la que identifica la penetración política, a este requisito se añaden la capacidad de independencia, la objetividad, el conocimiento de la materia que se trata, en concreto la político-militar así como ser un fiel y valiente defensor de la verdad.
Estas condiciones innatas y de cualidad moral parecen de gran exigencia para un historiador que debe de limitarse a organizar y presentar los hechos tal como son pero con otra lectura también podemos apreciar el alta valoración que Luciano otorga a la capacidad de ser libre y no supeditado a otro interés que el de contribuir a la historia honrando la verdad, si bien estos elevados objetivos los realiza con planteamientos poco originales, recopilando las prácticas de la mejor historiografía helénica donde destaca a Tucídides usado como referente para mayor crédito de su discurso.
1.6.Cualidades del discurso
Cuáles son las características que, según Luciano, debe poseer el discurso elaborado por el historiador.
Se apoya en el modelo de los clásicos y aprovecha el prestigio de Tucídides como modelo de gran maestro del discurso histórico. Con la base de la fidelidad a la verdad, el resto de exigencias en el relato se corresponden con características formales o retóricas, referidas al estilo y la composición tales como la claridad, armonía y equilibrio del conjunto así como del rechazo al adorno innecesario que aleje de la clara y concisa exposición de la realidad.
Luciano exige un discurso que no debe ser orientado simplemente a contentar al auditorio presente si bien el tono cínico que emplea en sus argumentaciones pudiera hacernos pensar precisamente que persigue el objetivo de agradar y provocar la hilaridad de su público, o incluso que dado que su discurso se dirige a Lucio Vero con la crítica a la mala calidad y la adulación que realizan los historiadores contemporáneos, estaría transmitiendo un mensaje de que el coemperador merece una mejor historiografía, la cual sería precisamente Luciano quién la ilustra, encumbrado por el prestigio de Tucídides y así, también hizo rodar el tonel en el Craneon.
1.7.La tarea digna del historiador.
¿Cuál es, según Luciano, la única tarea digna del historiador?
El historiador debe tener en mente la utilidad futura de su obra y no orientarse al agrado de las masas o el efímero halago de los protagonistas sino a un público más exigente, un público que incluso pueda ser juez. El historiador es un reportero, que no teme ser fiel a la verdad, al relato de los hechos tal y como han sucedido, un relato que pueda quedar grabado en la piedra y permanecer útil a la posteridad, su principal preocupación debe ser el juicio futuro y no el placer del público contemporáneo.
Según Luciano, no hay que buscar lo que hay que decir sino cómo se debe decir, esta simplificación formal nos presenta una aparente contradicción respecto al exigente requisito de un don innato y los objetivos de universalidad de la tarea histórica, aunque también puede afirmarse que frente a la magia y la superstición de la época, Luciano puede salvar a la historia de convertirse en algo mundano que se ve sumido en la tendencia al género del elogio que se había extendido en la segunda mitad del siglo II.
1.8.El panegírico
Cuál es la opinión de Luciano sobre la relación entre el relato histórico y el panegírico.
El panegírico está en las antípodas del buen relato histórico. Su único objetivo consiste en alabar y agradar a su héroe lo que le lleva a menudo al desprecio por la verdad. Sus excesos convierten tanto al autor como a su discurso, en despreciables incluso ante el elogiado, cuando éste tiene un pensamiento honorable como es el caso de Alejandro cuando recibe los impropios elogios por excesivos y falsos, atribuidos a un tal Aristóbulo. En todo caso si el buen relato precisa usar el elogio o la censura, debe realizarlo con equilibrio, aportando pruebas y de forma breve y oportuna.
1.9.El lenguaje poético
Según Luciano, ¿cuál es la relación –si debe haber alguna– entre el discurso histórico y el lenguaje poético?
Para Luciano, la arbitrariedad del poeta es su única ley, cabalga sobre musas y caballos alados, en cambio el historiador debe tener los pies en la realidad, honrando la verdad que es su única diosa sin necesidad de adorno o maquillaje. Tucídides manifestó rechazo del entretenimiento o agrado que pueda constituir su obra, y Luciano puntualiza que si a la belleza de la verdad se acerca la poesía debe de hacerlo con equilibrio y moderación pues nos presenta una poesía que es incompatible con la fidelidad a la verdad, esta excesiva generalización puede asociarse con la tendencia desfavorable en la época hacia una poesía basada en halago y el encomio.
1.10.Fuentes históricas
Qué opina Luciano sobre cuáles deben ser las fuentes de las que se nutre la investigación histórica.
El criterio de respetar la verdad dirige la elección de las fuentes de forma que el conocimiento directo de los hechos se considera el más fiable, como testigo ocular el historiador debe tener la predisposición de estar presente en los diferentes escenarios, en el momento preciso y en el lugar correcto, para lo que también es importante su conocimiento y experiencia en la materia (político-militar). No cabe la relatividad de la interpretación, las fuentes deben de ser lo más directas posible y cuando usemos fuentes de terceros debemos contrastar su objetividad e imparcialidad incluyendo el aporte de pruebas. Luciano da una especial importancia al trabajo de selección y análisis de las fuentes, afirma que es un trabajo laborioso y repetitivo que debe realizarse con un exigente cuidado en relación a los valores de la buena historiografía expuestos en este tratado.
2.Resúmenes Samosata
2.1.CARLOS MONZÓ GALLO
Tucídides y el corpus Lucianeum: Cómo hay que escribir historia.
GALLO, Carlos Monzó. Tucídides y el corpus Lucianeum: Cómo hay que escribir historia. Minerva: Revista de filología clásica, 2022, no 35, p. 15-36.
distinción entre elogio y adulación, condena de lo fabuloso y lo fantástico, peligros de la mentira, reivindicación de la verdad, daño social de las supersticiones y de lo irracional etc.
Por otro lado, parece fruto de la casualidad que este sea el único tratado historiográfico pervivido del mundo grecorromano, ya que, al parecer, tanto Teofrasto como Plutarco, entre otros, habrían escrito sendas composiciones sobre cuestiones historiográficas.
La historiografía no resultaba ser más que otra forma de texto, integrada por los mismos objetos que la retórica la historiografía cayera exclusivamente dentro del ámbito de la retórica, más interesada por aspectos formales y lógico-argumentativos que en disquisiciones teoréticas de segundo grado. De hecho, habrá que esperar a la Ilustración para ver el nacimiento de una auténtica Filosofía de la Historia y a Kant y Hegel para ver los primeros pasos de su desarrollo.
La composición de nuestra obra suele fecharse, por lo general, entre 165-166 d.C., pues su autor da a entender que el conflicto no había terminado cuando escribe este opúsculo. Existen, en cambio, discrepancias sobre cuándo compuso Luciano las Historias verídicas, pues algunos autores la consideran una obra de su última etapa.
preceptos historiográficos que podemos sintetizar así:
• No mentir: buscar siempre la verdad de los acontecimientos.
• No adular: estar libre de ataduras con el presente y hablar para el lector
futuro.
• No ornar: evitar lo poético, pues distorsiona la verdad.
En efecto, la preceptiva lucianesca orbita en torno al concepto historiográfico de verdad. Hay que contar los hechos tal como sucedieron y para ello debe eliminarse de la composición histórica todo aquello que detraiga valor de verdad al relato, por lo que ni lo poético y ni lo trágico tienen cabida.
Para evitar la mentira y buscar la verdad, el historiador debe ser, según Luciano, una persona imparcial, libre de ataduras con su auditorio presente debe pensar en los lectores futuros para que su obra tienda siempre a lo verdadero y adquiera así estatuto de utilidad, deviniendo “posesión para siempre” por ello es preferible que sea testigo ocular de los acontecimientos; es conveniente que tenga
experiencia de campo respecto de lo que habla. Las propiedades que, por tanto, propician la buena práctica historiográfica son la imparcialidad, la libertad, la franqueza, la veracidad y la utilidad.
El relato historiográfico es un texto y todos los textos necesitan una elaboración. De ahí las concesiones que, aparentemente, contravienen la preceptiva previamente aducida: hay que adornar el texto, pero en su justa medida. Si la situación lo requiere, el historiador puede acercarse a la poesía.
Prescribe claridad, colocación bella de los elementos, armonía entre las partes, brevedad y moderación, es decir, las cualidades que suelen mencionarse en los tratados de ejercicios retóricos y en la crítica estilística.
El autor con el que Luciano presenta coincidencias más llamativas en el plano historiográfico-conceptual es Polibio (s. III a.C.), o más bien la tradición polibiana dado que el tratado lucianesco parece una colección de tópicos historiográficos que remonta a Tucídides, lo más razonable es asumir la teoría de las fuentes intermedias y que, mejor que de tradición polibiana cabría hablar de tradición retórica de la historiografía para identificar esta corriente de ideas.
Tucídides dio lugar a una serie de tópicos sobre el buen historiador, que aparecen perfectamente reflejados en el tratado de Luciano.
En este sentido, parece acertada la tesis, según la cual Luciano estaría utilizando la figura de Tucídides como una forma de crearse un personaje literario al que asimilarse y dotar su discurso de una autoridad que, en tanto que no-historiador, no posee.
Elaboró su tratado a partir de materiales pertenecientes a una tradición retórica sobre historiografía que algunos estudiosos han querido hacer remontar a Teofrasto.
El uso de la figura de Tucídides ofrece al samosatense la oportunidad de erigirse como voz autorizada para censurar las historias sobre las guerras partas hasta entonces escritas y ganarse así el favor del emperador Lucio Vero, a quien iban dirigidas, advirtiéndole de la mala calidad y previniéndole ante la adulación.
2.2.JOSÉ ALSINA CLOTA
INTRODUCCIÓN GENERAL.
DE SAMÓSATA, Luciano. Obras. Editorial CSIC-CSIC Press, 2004.
Otros han afirmado, creemos que con razón, que Luciano no adopta aquí puntos de vista originales, sino que refleja, sin más, la práctica de los mejores historiadores de su tiempo. De hecho, lo que se proponía realmente Luciano era —como en el caso de los Relatos verídicos— insistir en que debían atacarse las posiciones extremas de la historia trágica, insistiendo en el buen sentido y en que era preciso adherirse a los mejores modelos de la tradición (Tucídides sobre todo). Pero mientras en los Relatos verídicos su sátira se realiza llevando al absurdo los procedimientos de los narradores de historias fantásticas, aquí ha intentado una síntesis de lo mejor de la historiografía helénica. Su falta de originalidad queda patente, si comparamos este opúsculo con la práctica de los mejores historiadores del siglo I.
2.3.Fernando Gaseó
LA CRISIS DEL SIGLO III
GASCÓ, Fernando, et al. La crisis del siglo III y la recuperación de la historia de Roma como un tema digno de ser historiado. 1986.
La fecha en que fue escrita se puede establecer con verosimilitud a partir y poco después de la primavera-verano del 166, es decir, una vez terminada la guerra contra los partos (161-165) y propagada la peste, a la que alude en un pasaje. La ocasión para escribir este trabajo se la ofreció a Luciano una floreciente y en su opinión lamentable historiografía que había surgido a la sombra de las campañas de Lucio Vero.
No obstante y con toda probabilidad debieron existir otros de contenido semejante, al menos en época imperial. Así nos lo hace suponer el título de una obra perdida de Plutarco.
2.4.José María Candau Morón
LUCIANO Y LA FUNCION DE LA HISTORIA.
CANDAU MORÓN, José María. Luciano y la función de la historia. Habis, 7, 57-74, 1976.
De esta manera, el intento de establecer una preceptiva retórica para la historiografía conduce a una meditación sobre aspectos de más transcendencia: sobre la finalidad que debe proponerse la obra histórica, sobre la función que debe de cumplir y sobre las cualidades que tiene que poseer el historiador para realizar su tarea de manera adecuada.
Luciano señala expresamente como fin fundamental de su obra el ofrecer una serie de consejos que se refieren a la parte técnica, formal, de las composiciones históricas; esto se muestra de manera clara en el epígrafe 6 si en él se trata, de acuerdo con lo prometido, de las cualidades formales de la obra (el prólogo, el método de exposición, la ordenación, etc.), hay también trozos amplios en que se discuten asuntos de más transcendencia: la parte que va desde el epígrafe 7 al 13 está dedicada a exponer las diferencias entre la historia por una parte y la poesía y el encomio por otra; en los epígrafes comprendidos entre el 34 y el 41 se describen el carácter y las cualidades propias del historiador; y en el 42 se trata brevemente del fin que debe proponerse la historia.
No es ya el respeto a la verdad lo que constituye la marca distintiva de la historia, sino la postura que asume el historiador: de hecho un encomio o una poesía pueden estar conformes con la verdad sin dejar de ser lo que son; es por tener otra misión —la de alabar o la de agradar– por lo que este tipo de composiciones se diferencian de las obras históricas.
Establece por una parte un público selecto, Luciano parece considerar este aspecto cuando habla del público al que debe dirigirse el historiador: como hemos visto opina que el afán por agradar a la masa —al público del que habla como. es una de las causas de deformación de la historiografía.
Luciano hace preceder a la parte en que trata las reglas prácticas, referidas fundamentalmente al estilo y a la composición, una exposición en la que comienza describiendo las cualidades del historiador para concluir con una breve mención del fin último de la historia.
Luciano empieza afirmando que el historiador debe poseer de antemano dos cualidades: penetración política y poder de expresión; la segunda de ellas se conseguirá mediante práctica y estudio; pero la primera debe ser un don innato, no pretende haber descubierto ninguna técnica mediante cuyo uso cualquiera puede llegar a ser historiador; tan sólo pretende mostrar a quien está naturalmente capacitado.
En primer lugar Luciano expone las características propias del hombre práctico, de acuerdo con la exigencia, formulada anteriormente:
«Que se nos confiera un discípulo con estas características —no sin disposiciones para entender y para hablar—, pero además agudo observador, capaz también de obrar si fuese necesario y de tener mentalidad militar y política juntamente y experiencia táctica, y, por Zeus, que haya estado alguna vez en un campamento y haya visto a los soldados ejercitándose y maniobrando.».
b) A continuación, en un extenso excurso, que se inicia en el epígrafe 38 y culmina en el 41, se especifican aquellos rasgos personales que permitirán al historiador cumplir adecuadamente su tarea el historiador debe ser libre, desprovisto de temores y esperanzas
mezcla la descripción de la tarea del historiador y la exposición de sus cualidades morales:
Luciano repite en numerosas ocasiones que el historiador debe limitarse a exponer lo ocurrido;
¿se deduce de todo esto que para Luciano la tarea del historiador consiste tan solo en narrar los sucesos desprendiéndose de la mera narración la utilidad propia de la historia? Si esto es así, no se ve clara la razón por la que se niega —como ya vimos— que pueda existir una técnica mediante cuyo aprendizaje cualquiera pueda llegar a ser historiador. Ni tampoco se ve por qué se califica la labor histórica como tarea sumamente grande y difícil.
2.5.LUCIANA ROMERI
Fiction et histoire chez Lucien
ROMERI, Luciana. Fiction et histoire chez Lucien. Tangence, 2018, no 116, p. 23-37.
https://journals.openedition.org/tangence/392
Fecha de composición (al menos del término post quem) estás garantizada al menos en función de los acontecimientos históricos de bocados en el texto que son la Victoria de los romanos sobre los partos en 166.
Para la composición de las Historias Verdaderas como de la mayor parte de los ensayos de Luciano no hay ninguna certidumbre cronológica, la última parte de la vida de Luciano entre 166 y 180.
Se trata de un manual y una guía de uso a los que quisieran o son autores de relatos históricos.
Al mismo tiempo que reflexiona sobre la historiografía y concretamente sobre el método y la finalidad de la historia a partir de las reflexiones de los historiadores griegos del pasado que él admira Herodoto, Tucidides, Polibio, ridículiza por una parte esta producción historiográfica mediocre y por otra parte reflexiona sobre el sentido de la obra histórica en la cultura de su época, lo que se traduce en este opúsculo por consejos de método comenzando por aquel de ser «amigo de la franqueza y de la verdad».
2.6.DAVID BOUVIER
Lucien, l’historien et l’architecte du phare d’Alexandrie
BOUVIER, David. Lucien, l’historien et l’architecte du phare d’Alexandrie. Cahiers du Centre Gustave Glotz, 2007, p. 323-339.
https://www.jstor.org/stable/24359953
En octubre 166, Roma podía celebrar el triunfo de Lucio Vero Victorioso contra los partos, el acontecimiento iba a sus citar una verdadera fiebre historiográfica saturada de adulaciones.
Reducir el trabajo de Luciano a un conjunto de reglas más morales que técnicas. Cuando se trata de imitar a un historiador Luciano tiende naturalmente a seguir a Heródoto pero en el momento de erigirse en teórico de la historiografía cita como modelo de excelencia a Tucidides.
Más que una lección de historiografía en el tratado de Luciano podría ser perfectamente una lección de retórica. Distinción clara entre historia y retórica y que Luciano no excluye sino al contrario, un uso justificado y adecuado de la retórica en Historia.
Luciano quiere entonces enseñar lo que hay que escoger y lo que hay que evitar, de dónde hay que comenzar, en qué orden hay que organizar armonizando los hechos, cuál es la medida de cada parte y cómo armonizar el conjunto.
Luciano avisa a que de estos vapores y de que estas movimientos de olas que interesa a los historiadores haré bien en mantenerme a distancia construye el faro de Alejandría su tratado es sobre todo como el faro de Sostratos una una construcción en piedra que durará y salvará a los historiadores de los errores en los que han encallado sus contemporáneos.
2.7.JUAN BOTELLA ZARAGOZA
Introducción
JIMÉNEZ CRESPO, Inmaculada. Comunicaciones Orales.-Estudio y comentario filológico de los Amores atribuidos a Luciano. II Jornadas Doctorales de la Universidad de Murcia, 2020.
https://digitum.um.es/digitum/bitstream/10201/91122/1/Un%20acercamiento%20a%20los%20Amores%20atribuidos%20a%20Luciano%20de%20Samosata.pdf
Aunque discute los principios generales de la historiografía, se refiere a un suceso en particular, la guerra de Marco Aurelio y Lucio Vero contra los partos, que empezó poco después de su acceso al trono y terminó en el 166. La obra empieza con una anécdota que comenta con ironía el gran número de historiadores surgidos «en esta situación de guerra contra los bárbaros, el desastre de Armenia y las victorias continuas»; todos sus ejemplos están tomados de historiadores de esta guerra y cuando da un consejo positivo, piensa en esta guerra. El destinatario, un tal Filón, es tal vez un historiador del mismo conflicto.
La obra puede ser fechada con precisión. Cuando se estaba escribiendo, el legado Avidio Casio había llevado la ofensiva a través del Tigris a Media, con una maniobra que puso fin a la guerra y tuvo lugar en el 166. Habla como algo futuro de un triunfo que se produjo en octubre del 166 por lo que debió de escribirse a mediados de este año.
Se ha supuesto que la fecha sugerida por el texto es ficticia y que la obra se habría escrito realmente después de terminada la guerra, entre el 166 y el 168, pero no hay por qué dudar del crédito de Luciano.
Menciona una gran peste en Nisibis puede referirse a la que devastó el Imperio Romano en la segunda mitad de la década (contraída por los soldados en el sur de Seleucia) o a la que asoló Atenas entre el 167 y el 172, época en la que ni siquiera hubo arconte epónimo.